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Ese-í, sí: entrevista con Alonso Núñez

Patricia Tarango, Senior Librarian, Alma Reaves Woods - Watts Branch Library,
Alonso Nuñez

Si tiene un hijo al que no le gusta ir a la escuela, el libro Ene-o, no es para usted. En este libro el pequeño protagonista se imagina lo peor, pero al final se da cuenta que la escuela tiene su lado bueno. El autor mexicano Alonso Núñez comprende que la vida de un niño no es fácil, por eso quiere que el lector se sienta comprendido. Pero sobre todo, quiere que sus lectores se diviertan. Conozca más sobre Alonso, un escritor verdaderamente extraordinario, y no se olvide de leer todos sus libros en su biblioteca más cercana. Disfrute de nuestra entrevista a continuación. ¡Les encantará! ¡Ese-í, sí!


Su libro, Ene-o, no, es sobre un niño que tiene miedo de ir a la escuela porque se imagina lo peor. ¿De dónde vino su inspiración para esta historia?

Hace unos años, una de mis hijas, alumna de segundo de primaria en aquel entonces, me preguntó desolada: “Papá, ¿a ti te gustaba ir a la escuela?”. Obviamente, estuve tentado de responderle: “Claro que sí, por supuesto, qué preguntas las tuyas, hijita”. Pero en su mirada había una súplica: sin rollos mareadores, la verdad tal cual. Y ni modo que le mintiera. Ene-o, no fue mi respuesta. Le expliqué que, en efecto, no me gustaba, pero que no todo era malo en la escuela, que había muchas cosas buenas en ella y que uno las iba descubriendo poco a poco. No la convencí en ese momento, pero surgió entre nosotros algo importante: una complicidad. Ya éramos dos a los que no nos gustaba. Y tal es el espíritu de este libro: decirle al lector que no está solo.

El autor, de rojo, en su primer día de clases. El de piyama es su hermano menor.

El autor, de rojo, en su primer día de clases. El de piyama es su hermano menor.
¿El año? Del caldo.

El protagonista del libro es un niño joven, simpático y muy ocurrente. ¿Cómo se le vino este protagonista en mente y cómo logra mantener su voz en toda la historia?

Como dicen en las películas, está basado en un personaje de la vida real. El protagonista es un niño al que conocí hace muchos años. Un niño que curiosamente se parecía a mí: llevaba anteojos, era tímido, odiaba la escuela, prefería quedarse en casa a jugar, inventaba cada cosa con tal de salirse con la suya y también se llamaba Alonso. Por eso lo usé de modelo. Hay una diferencia notable entre el personaje del libro y el de la vida real. Tú ya la mencionaste. El de ficción es simpático y ocurrente. El de carne y hueso, pobrecito, hasta la fecha es un poco berrinchudo. Me consta.

¡Las ilustraciones del libro son maravillosas! ¿Cómo es el proceso de trabajar con un ilustrador para que las ilustraciones coincidan con su visión para la historia?

Fue una carambola de tres bandas: autor-editor-ilustrador. Bruna Assis, la ilustradora, vive en el Brasil. CIDCLI, la casa editorial, está en la Ciudad de México. Y yo soy chilangelino o angelango, es decir, chilango avecindado en Los Ángeles. Gran parte del trabajo se hizo por correo electrónico. Primero nos pusimos de acuerdo la editora y yo. Queríamos un estilo retro, por decirlo de algún modo. Me fascina la gráfica de los años sesenta, pues me recuerda los primeros libros que tuve. En cuanto vimos la prueba de ilustración de Bruna, ambos dijimos: es ella. Por otra parte, prefiero que los ilustradores trabajen en libertad, que hagan suya la historia, que puedan crear los personajes y construir las escenografías según su criterio artístico, su propia interpretación del texto. Evidentemente, doy mi parecer si veo que algo se desvía demasiado del escrito. Pero, fuera de eso, me limito a observar cómo la historia va adquiriendo color, profundidad, vida, matices, y cómo aparecen cosas que ni siquiera sospechaba que estuvieran allí. Sí, las ilustraciones son una maravilla. Y Bruna es un encanto de coautora. Fue un placer trabajar con ella.

Detalle de ilustración del libro.

Detalle de una ilustración del libro Ene-o, no.

Algo extraordinario es que todos sus libros son compuestos en rimas. Crear un cuento es difícil. Hacerlo en rima ha de ser aún más difícil. ¿Cómo lo logra?

Qué bueno que mencionas la rima. Fue algo que aprendí justamente en la escuela y es una fascinación que me ha acompañado desde entonces. Digamos que se quedó en mí. Al rimar, uno busca correspondencias de sonidos, pero también relaciones secretas, insospechadas y (me atrevo a decirlo) mágicas entre las palabras. Se canta y se cuenta al rimar. A veces es difícil, pero no por eso deja de ser apasionante. Nuestro idioma es altamente musical y sus recursos melódicos son de verdad inagotables. Y están al alcance de todos. Es cuestión de aguzar el oído y encontrar las palabras justas, la entonación correcta. Además, si está bien lograda, la rima ejerce un encanto especial en los pequeños lectores.

¿Cómo es su método para escribir? ¿Hay un lugar especial donde escribe o una rutina específica que sigue?

Escribo por las mañanas, muy temprano, cuando mi familia todavía duerme. Me sirvo un café bien cargado, me doy unas cachetadas vivificantes (exagero: nada más me doy una) y me pongo a teclear. Cuando una estrofa me gusta, la transcribo a mano. Necesito verla escrita de mi puño y letra. No confío tanto en la computadora. Es fría, robótica. Practico una actividad artesanal, y las herramientas de este oficio son tres y bastante anticuadas: papel, lápiz y goma de borrar. Trabajo en la mesa del comedor. Soy como los vendedores ambulantes del centro histórico de mi ciudad: todos los días quito y pongo mis cachivaches.

Portada del libro ABC

Su libro ABC: un invento extraordinario no solo les enseña a los niños el alfabeto, sino las diferentes pronunciaciones de las letras. ¿Cuánto tiempo le tomó escribir este libro tan detallado y divertido en rima?

Muchas gracias por expresarte así de ABC. Fue un trabajo de año y medio. Quizá un poco más. Antes de escribirlo, leí uno de los libros más interesantes que la vida me ha deparado: Historia de las letras, de los españoles Gregorio Salvador y Juan Ramón Lodares. En un tono amenísimo y de lo más sencillo, ambos eruditos explican el origen de cada una de las letras y su evolución, desde los jeroglíficos egipcios hasta el abecedario de nuestros días. Es un libro que recomiendo ampliamente. También hice fichas, una por letra, con las entradas correspondientes que figuran en el Diccionario de la RAE, en el de María Moliner y otros más. A estas fichas fui agregando notas y curiosidades que iba encontrando de cada letra. Fue muy divertido hacerlo. Me alegra saber que esa emoción se transmite.

¿Podría decirnos cuáles son unos de sus libros favoritos?

¡Qué difícil elegirlos! Supongamos que van a llevarme preso a una isla desierta y que solamente puedo traer conmigo cinco libros. Varios gendarmes con cara de pocos amigos me ordenan que vaya a mi librero y elija los ejemplares rápido-rápido-rápido. Serían los siguientes:

(1) La segunda parte del Quijote

(2) Pedro Páramo, de Juan Rulfo

(3) El Aleph, de Jorge Luis Borges

(4) La conjura de los necios, de John Kennedy Toole

(5) Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift

Son libros que, sin importar cuántas veces los haya leído ya, invariablemente me dan la impresión de que los acabo de descubrir.

Ignatius J. Reilly y un señor de chaleco.

Ignatius J. Reilly y un señor de chaleco.

¿Qué es lo que le motiva escribir libros para niños?

El reto de volver a pensar como un niño, con esa libertad, sin disimulos. También me interesa destacar el lado humorístico de las cosas. No es fácil ser niño. Mucho menos crecer. La vida a veces se pone canija. Hay quienes escriben maravillosamente sobre temas complejos, duros. Yo prefiero mostrar las bondades de reír y de empezar a hacerlo desde temprana edad. Incluso las de reírse de uno mismo. No todo es solemne, serio. Sin humor, la vida sería un pésimo chiste. Casi todo lo escribo en rima pues es una manera de decirles a los niños que el idioma también tiene muchísima gracia. La gramática y la ortografía son cosas serias, necesarias, difíciles. Pero con estas cosas serias, necesarias y difíciles se puede jugar, reír, soñar, cantar y echar relajo. ¿Por qué no?

Para un niño que le gustaría ser escritor, ¿qué consejo le daría?

Que lea mucho, muchísimo. Pero ojo: si un libro no le gusta, que lo deje y empiece a leer otro. Uno que sí le guste. Leer debe ser ante todo una alegría, un placer, un acto de libertad. Nunca una obligación. Y menos para los niños. “Leer te da alas” decía una campaña de fomento a la lectura aquí en Los Ángeles. Con toda razón. “Alas”, no “anclas”. La literatura debe volar, no llevarse a rastras. También le sugiero que escriba mucho. A mano. Que sienta las palabras, las mime, las ordene, las dirija, las haga suyas, pues son el reflejo de su pensamiento e imaginación.

¿Tiene más libros proyectados para el futuro?

Estamos dando lo últimos toques al borrador de un libro. Y digo “estamos” porque somos dos: una escritora neoyorquina y yo. Hace unos meses, nos propusimos escribir un texto verdaderamente bilingüe. Un texto en que el español y el inglés convivan, dialoguen y jueguen a encontrar, mediante el ingenio, coincidencias asombrosas entre ellos. Las ilustraciones serán el tercer idioma. O sea que más bien será un libro trilingüe. Creo que va por muy buen camino, y nos hallamos en la etapa que más disfruto: la del zurcido invisible de todo. Si el asunto sale bien, les estaré (estaremos) dando lata dentro de poco. Por lo pronto, les agradezco de corazón el tiempo y el interés. Suerte, ¡y hasta la próxima!


Libros de Alonso Núñez que puedes encontrar en nuestras bibliotecas:

Ene-o, no

ABC: un invento extraordinario

Dime traviesa, ¿qué fruta es ésa?

¿Dónde está Juan Perol, el caracol?

El grito

La reina de corazones o el cantar de los calzones

Retratos de trapo


 

 

 

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